sábado, 23 de marzo de 2013

TESTIMONIOS DE BENEFICIOS DEL ACEITE DE LINAZA




Curó a 2.200 personas de cáncer, el 90% de sus pacientes

La doctora alemana Johanna Budwig investigó durante años hasta que llegó a la receta de una crema compuesta por aceite de lino o linaza y requesón. Su dieta curó a 2.200 pacientes de cáncer. Sus estudios fueron pioneros en el descubrimiento de las propiedades de los aceites grasos poliinsaturados, por los cuales, esta bioquímica, médica y naturópata, estuvo siete veces nominada al Premio Nobel.
  


“Que los alimentos sean nuestro medicamento”, dijo la Doctora Johanna Budwig convencida de que la alimentación juega un papel fundamental en la curación del cáncer y otras enfermedades. Una concepción similar de lo que decía Hipócrates: “Somos lo que comemos”. Pero, la cuestión es con qué alimentos nutrirse.
Budwig descubrió una combinación clave para la superación del cáncer y de otras enfermedades. La crema Budwig, herramienta básica en su dieta, está compuesta por: aceite de lino extra virgen de primera presión en frío, ecológico a ser posible -rico en ácidos grasos esenciales poliinsaturados-, y requesón -poseedor de abundantes proteínas sulfuradas, sobre todo del aminoácido cisteína-. Hay que mezclarla hasta que se quede homogénea y tomarla tantas veces como sea posible durante el día, porque ayuda a eliminar las toxinas y grasas malas y a que entren las grasas buenas (ver recuadro dieta Budwig).

La investigación que desató este descubrimiento fue la clasificación de las grasas según su composición. Además, el efecto de las grasas hidrogenadas y otras desnaturalizadas en la salud, concluyendo que era desastroso. Sin embargo, pasado un tiempo, observó la poderosa capacidad de curación de los ácidos grasos esenciales en toda clase de enfermedades degenerativas, incluida el cáncer.
Budwig estaba muy adelantada a su tiempo y pocos investigadores seguían sus estudios, salvo de ser descrita como la principal autoridad mundial en grasas. Desgraciadamente, tampoco fue tomada en consideración por las autoridades sanitarias competentes. Llegó a decir que las grasas desnaturalizadas producían impotencia sexual a los hombres, pero tampoco le hicieron caso. Así que se dedicó a sus estudios en el laboratorio.
En una investigación, separó a unas ratas en dos grupos. El primer grupo fue alimentado con la crema Budwig y, el segundo con crema de cacahuetes -rica en grasas saturadas, por la que entendemos como dañina-. El resultado fue claro. El primer grupo evolucionó normalmente, mientras que en el segundo, los machos maduraron muy rápidamente, se volvieron muy agresivos e impotentes en muy poco tiempo. En cuanto a las hembras, las pocas que consiguieron quedarse embarazadas, dieron a luz a crías muertas o moribundas. Tampoco sirvió de mucho este experimento.


Las grasas y el trabajo de Budwig


Conviene aclarar que los estudios que la Dra. Budwig refleja en sus libros tienen ciertas contradicciones. Existen errores en esas ediciones, algunos introducidos a propósito por ella y otros por los editores. El primero en relación a los productos lácteos. ¿Por qué pasó esto? La Dra. Budwig se autofinanciaba, no la ayudaba ninguna organización. Tampoco disponía de demasiado tiempo para llevar a cabo su investigación, ya que se pasaba la mayor parte de su tiempo en los juzgados. Los médicos la demandaban al ver que se llevaba a los enfermos, sobre todo, terminales de cáncer, a su casa para tratarlos con su método. Les daba su crema y otros alimentos; ningún otro tratamiento.
A condición, les prohibía recibir cualquier otro tratamiento como radioterapia o quimioterapia. Cuando los pacientes mejoraban iban a sus oncólogos y les decían que no querían recibir tratamientos ortodoxos por las indicaciones de la Dra. Budwig. Ante esto, los médicos la denunciaban. Trató 2.200 pacientes curando al 90% de ellos y acudiendo a todos esos pleitos, perdiendo mucho de su tiempo. Llegó a ganar todos los casos sin excepción. Su defensa era que había curado al paciente en tratamiento paliativo.
Muchos científicos, algunos amigos suyos, la plagiaban aprovechándose de sus hallazgos. En su intento de proteger sus derechos usó una táctica: la verdad a medias y pago del 50% de la formación a médicos en su propia casa. Pero, los médicos empezaban a aprender las técnicas y ella se guardaba siempre algunos ases en la manga. Como los médicos veían los resultados en muy poco tiempo pensaban que ya lo sabían todo, que ya no necesitaban seguir con Budwig y, se iban con los errores que había introducido la doctora. Esto es lo que ella pensó que sería la forma correcta de proteger sus derechos. Por la falta de medios, no consiguió corregir todos los errores y algunos cambios de percepción de productos lácteos en sus publicaciones y todavía hoy en día esos errores circulan por la Red.
Raymond Hilu, un nutricionista que se instruyó con ella, le abonó la totalidad y le preguntó a Budwig si era necesaria una cantidad más de dinero para mantenerse informado de los adelantos de la información. Encantada por esa actitud honesta le cedió todos sus derechos, escritos aún por publicar, notas y la solventación de errores añadidos. Por lo que el Dr. Hilu se consagró como su principal discípulo. Está planeado que salgan, próximamente, dos libros en relación a este tema.




Los tres principales tipos de grasa y sus elementos


  1. La grasa saturada es cristalina sólida a temperatura ambiente y si se mete en nevera se hace aún más sólida. Por ejemplo: la grasa animal, la mantequilla, margarina o crema de cacahuete. Nuestro cuerpo no sabe qué hacer con ella y la acumula. Terminan llenando el citoplasma actuando como vertederos, incluso como imanes para las toxinas.
  2. La grasa monosaturada es líquida a temperatura ambiente y si la metemos en nevera se solidifica. Por ejemplo: el aceite de oliva.
  3. La grasa polinsaturada: es líquida a temperatura ambiente y, aunque se meta en nevera, sigue siendo líquida. Por ejemplo: el aceite de lino o girasol. Una característica común a las grasas es que son hidrofóbicas, es decir, que no se diluyen en el agua. Gracias a eso no nos derretimos en la ducha.
Nuestro cuerpo es capaz de fabricar todas las grasas a partir de dos moléculas esenciales: ácido linolénico (omega 6) y ácido alfa-linolénico (omega 3). Son aceites esenciales porque el cuerpo no los puede fabricar, o por lo menos, no lo puede hacer fácilmente. Por ejemplo, las membranas de las células están compuestas por ácido araquidónico (AA) y lo fabrican a partir del linolénico. Otro metabolito del linolénico es el gamma-linolénico (GLA), mientras que el docosahexaenoico (DHA) proviene del alfa-linolénico, así como el eicosapentaenoico (EPA).
Las grasas de pescado tratadas para quitarle el olor y sabor al pescado, la crema de cacahuetes y la margarina eran las cosas que más indignaban a Budwig. Son grasas que no tienen electrones, grasas “muertas”. En su opinión, deberían prohibir su venta y consumo, ya que el proceso de hidrogenización es cancerígeno. De hecho, la margarina se refina muchísimas veces antes de que llegue al mercado, si se refinara una vez más se convertiría en plástico. El Ministerio de Consumo de Alemania en 1.951 le dio la razón, pero el Gobierno alemán no consiguió prohibir estas grasas. La industria, el dinero, resultó ser más fuerte.
Budwig basó sus estudios en varios elementos relacionados con la grasa. En su opinión, el cáncer se podía prevenir, evitando: la radioterapia, la quimioterapia, los medicamentos y otros los tóxicos. Por otro lado, asegurar que tengamos suficiente: sol (unos diez minutos de exposición moderada), equilibrio mental, emocional y espiritual, algo de ejercicio y “grasa buena”. Enumeró unos elementos que tienen relación con la grasa que ella resaltó, eran cuatro:
  1. La falta de oxígeno: respiración anaeróbica por el exceso de grasa saturada que tapona la membrana celular, estropea su permeabilidad, a parte del daño que produce en el interior de la célula. Si una célula recibe menos del 50% de oxígeno durante cierto tiempo se multiplica por cien el riesgo de que en esa zona se desarrolle un cáncer.
  2. El PH ácido: la célula cancerosa ama el ácido, lo toma y produce el ácido láctico, lo cual crea un ambiente ácido necesario para que el tumor crezca. Produce poco trifosfato de adenosina al sintetizar los azúcares de forma anaeróbica. Las grasas saturadas también produce ácidos paralelos al ácido láctico.
  3. La membrana celular descargada: es muy importante el equilibrio electromagnético. Una célula sana posee un núcleo positivo y electrones de carga eléctrica negativa. La carga negativa la aportan los ácidos grasos esenciales. Los electrones, a su vez, atraen al oxígeno, lo cual estimula la respiración celular. Las grasas “malas” pierden su carga eléctrica y al depositarse en la membrana celular las células empiezan a ahogarse.
  4. La falta de energía: existe una predisposición a que las células con energía mermada se contagien del cáncer, por lo que la radioterapia y la quimioterapia son potenciadoras de que las células sanas enfermen. El cansancio y la sensación de pesadez es la falta de electrones. Pues, cuando hay suficientes electrones la persona se siente ligera y bien, como si estuviera enamorada. Los electrones van hacia afuera y quitan peso a la materia. Cualquier tipo de toxina puede hacer que nos sobrecarguemos, por ejemplo: el tabaco.
La teoría de la Dra. Budwig de formación de los tumores

La teoría de la Dra. Budwig de formación de los tumores nada tiene que ver con la concepción de los oncólogos. En 1956 Budwig contradijo a la ciencia teorizando que las zonas del organismo donde existe un crecimiento rápido de células como: piel, membranas, órganos glandulares (hígado, páncreas, estómago o tracto intestinal), falla la bipolaridad debido a la falta de ácidos grasos poliinsaturados que paralizan el crecimiento.
Ella no ve el cáncer como un sobrecrecimiento incontrolado, aunque llega a serlo más adelante, sino que es la paralización de crecimiento normal que lleva a este sobrecrecimiento. Esto explicaría el motivo de que muchas veces, a pesar de la prevención, aparece un tumor que tres meses atrás no se veía. Tumores de ese tipo están activándose durante diez o quince años sin que se puedan ver físicamente. Las células normales dejan de crecer antes de que los tumores empiecen a formarse. Por eso Budwig considera inapropiados los tratamientos inhibidores tales como: la quimioterapia, hormonas, cortisona, etc., que sólo aceleran el proceso empeorando la enfermedad. Cuando no se dispone de grasas activas de superficie la sustancia se vuelve inactiva antes de culminarse el proceso de maduración y desprendimiento celular. Aquí comienza el cáncer.
Ella apostaba por su dieta que consigue revisar el conocimiento estancado, inducir de forma natural a la remisión y desaparición de los tumores y síntomas respectivos al cáncer para recargar lo que llamaba “una batería muerta” que funciona con electrones provenientes de los ácidos grasos. Pensó que si mantenía lo más sanas posible las células que quedaban sanas, el cáncer remitiría.

Tratamiento para el tumor cerebral y de urgencia

El tratamiento de emergencia consiste en el uso de enemas de aceite de linaza cuando el cáncer está muy avanzado para obtener resultados rápidos, en pocos días. Se recomienda solamente a estos pacientes porque crea un ambiente ácido en el intestino. Es un enema de medio litro de aceite de lino puro, sin mezcla. Basta retenerlo diez minutos para que el cuerpo lo absorba.
¿Qué pasa si mezclamos el aceite de lino con champán francés? No, no es una broma. Según la Dra. Budwig, esta combinación la indica para obtener efectos en los tumores cerebrales. ¿La explicación? En el estómago no se absorbe generalmente nada, salvo el alcohol. Esa es la razón por la que el champán sube tan rápido a la cabeza. Los ácidos grasos llegan al cerebro por medio del champán. Este tratamiento está contraindicado para el resto de cánceres.
La dieta Budwig, lo decíamos al principio, es más que alimento: una medicación para que el paciente pueda absorber los nutrientes necesarios sin problemas digestivos. A la alimentación no siempre se le da la importancia que tiene. Se habrán dado cuenta que la dieta, salvo algunas contraindicaciones concretas, consiste en comer sano, además de ser accesible y barata. Aquello que sirve para tratar, también sirve para prevenir, así que no duden en usarla y mantener un hábito saludable.

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